domingo, 19 de junio de 2016

El último eslabón de la cadena de la violencia contra las mujeres

Desde el 2015 hasta abril de este año se registró 408 casos de feminicidios y tentativas en el Perú. Lima es el departamento con mayor índice de estos asesinatos.


La misma boca que juró “amarla por siempre” se transformó en la herramienta para comenzar su violencia. Las mismas manos que alguna vez la acariciaron fueron el arma principal para terminar con su vida. Desde los insultos hasta los golpes. Así se da el inicio a la escala de violencia contra la mujer, terminando en el feminicidio.

De acuerdo al Plan Nacional contra la violencia hacia la mujer, el feminicidio es el asesinato de mujeres en condiciones de discriminación y violencia basada en género. Es importante esclarecer que el feminicidio no debe ser considerado como un “crimen pasional”. Este acto de violencia pretende incidir en lo político para hacer conciencia en la sociedad e influir en las autoridades para su reconocimiento, incluyendo la responsabilidad del Estado.

Se debe tener muy en claro de que los celos, el control, las patologías y el acoso no son las razones por las que se comete este tipo de asesinatos. Ni mucho menos deben servir como justificaciones para explicar cualquier tipo de violencia.

CIFRAS ESCALOFRIANTES
Según el informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), publicado en el 2014, el Perú ocupa el segundo lugar por feminicidios en Latinoamérica.
Durante el 2015 se denunciaron 293 casos de feminicidios y tentativas, según los registros del MIMP (Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables). En lo que va del año –abril- se visibilizaron 115 denuncias. De los 115 casos registrados en este año, el 71% de feminicidios y tentativas se produjo en la zona urbana del país. Las regiones con mayor índice son Arequipa, Cusco, Huánuco, La Libertad y Lima.

¿POR QUÉ EL FEMINICIDIO DEBE INCIDIR EN EL MARCO POLÍTICO?
Muchas personas creen que la política y la democracia se ejerce cada 5 años, cuando se elige al nuevo/a mandatario/a. Esta concepción está errada. Debido a que la política se practica desde el diseño de las normas de convivencia en un lugar determinado, como en una casa, hasta la promulgación de una nueva ley.

Lo personal es político. Cualquier tipo de injusticia y violencia debe ser sancionada. En este caso, cada asesinato debe visibilizarse y ser llevado a la agenda pública para que el gobierno tome cartas en el asunto para erradicar o menguar esta problemática.

De acuerdo al Código Penal, el asesino que haya tenido un lazo de parentesco o sentimental, puede tener una pena privativa de libertad no menor de 15 años. Y si es la pareja de la víctima, la prisión será no menor de los 25 años. ¿Acaso la vida de estas mujeres se recuperará en este lapso de tiempo? ¿La prisión dictaminada podrá menguar el sufrimiento de la familia de la víctima? En nuestro país, el acusado solo puede ser condenado a cadena perpetua, siempre y cuando se corrobore que la víctima fue violentada sistemáticamente hasta llegar al feminicidio.

Las cifras y el marco legal presentados son alarmantes. Hace mucha falta de iniciativa política para que el Estado respalde a la ciudadanía. Es inverosímil que los candidatos que pasaron a la segunda vuelta no hayan enfatizado en temáticas políticas de género, como es el feminicidio y la erradicación de violencia hacia la mujer. Tal parece que solo lo manifiestan cuando se visibiliza una muerte más. Una muerte que se va acumulando e ignorando con el pasar de los años.

Debemos tener en cuenta que la economía no es el único tema para la agenda política. Es nuestra obligación proponer e inculcar una educación libre de violencias. ¿Cuándo entenderemos que todo ser humano vale por la calidad de persona y no por el género? Esperemos que pronto.

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