Tres
de cada cuatro empleados en el Perú labora en situación de informalidad. Según
los últimos datos publicados por el INEI (Instituto Nacional de Estadísticas
e Informática)
Un silbido al unísono genera la
angustia de los ambulantes informales del emporio comercial Gamarra. Esta
inquietud despierta la atención de cualquier persona cuando se dirige a los
alrededores de este centro comercial.
El ambiente se torna denso y
preocupante al ver que cada uno de ellos toma consigo su mercadería y lo
esconde de un tenebroso y ruidoso monstruo de cuatro llantas. A cada paso que da este personaje, los
ambulantes pretenden refugiarse en la galería más próxima para ellos. Cargando
su mercadería, ellos corren sin cesar hacia sus guaridas para desviar la mirada
y el decomiso de sus productos.
Para los ambulantes, este monstruo es el camión de la Municipalidad de La Victoria que con la ayuda de
la Policía del mismo municipio intentan erradicar el comercio informal en los
alrededores del emporio comercial Gamarra.
Decenas de los ambulantes logran
camuflarse y proteger sus pertenencias. Pero otros, no corren con la misma
suerte. Los que no logran escapar de las redes de este monstruo, son llevados al
Área de Fiscalización y Control de la Municipalidad de La Victoria, donde su
mercadería queda almacenada y decomisada. Para que un ambulante pueda recuperar
sus pertenecías, debe pagar una multa que oscila entre 120 a 180 nuevos soles.
En un rango de aproximadamente de 3
horas, el camión retorna a su función. El silbido vuelve a ambientalizar las
calles del emporio comercial, alertando a cada uno de los ambulantes. Con el
pasar de las horas, el éxodo de los informales se repite una y otra vez. Pero,
cuando el transporte municipal no está a
la vista, los comerciantes retornan a sus puestos e inician con la exhibición de su
mercadería mediante bolsas de plástico de color azul, parantes de fierro o
maniquíes para lucir sus productos.
LA RAZÓN DE SER AMBULANTE
A un extremo de los exteriores de la
galería Centro de Gamarra, trabaja una mujer vestida con una chompa de lana de
color plomo y un buzo azul marino, quien lleva consigo diferentes bolsas de
diversos tamaños y colores. Esta mujer grita con voz enérgica al unísono:
“Lleve, casera, lleve bolsas.”
Por el otro lado está una de sus compañeras. Esta joven
de aproximadamente 30 años de edad no vende bolsas. Ella se encarga de endulzar
la vida de las personas que van de compras a Gamarra, vendiendo galletas
dulces, gomas de colores y chocolates. Sus productos son expuestos entre cajas
de cartón.
A pesar que ambas se dedican a la venta de diferentes
productos, ellas comparten una misma razón de ser: ambulantes. Ambas mujeres
son unas de las centenas de ambulantes que trabajan en las zonas aledañas del
emporio comercial Gamarra, quienes desde muy temprano salen de sus casas para
vender su mercadería. Ellas están llenas de vida y de sueños para poder sacar
adelante a sus familiares.
Ellas aseguran
que el desalojo les traerá graves consecuencias y piden a las autoridades que
les apoyen ya que no están robando, solo trabajan para sus familiares.
ÁMBITO
SOCIOLÓGICO
Para el sociólogo Manuel Negreiros Criado, el comercio
ambulatorio es la expresión de un país pobre, el cual está relacionado a la
incapacidad de un Estado para crear recursos que el ciudadano/a necesita.
Según este especialista, los
ambulantes son la mano de obra no calificada y representan un drama nacional
porque ellos forman el comercio informal en respuesta de una necesidad.
“Los ambulantes ya no salen a
buscar un empleo porque saben que no lo van a conseguir. Ellos no esperan nada
del Estado. Ellos buscan de mil maneras un ingreso para salir adelante.”,
aseveró Negreiros Criado.
Asimismo señaló que este
fenómeno social se debe trabajar con pinzas. Aseguró que el Municipio Local y
el Ministerio del Interior no realizaron un estudio de impacto social sobre
este tema, asegurando que solo se preocupan en el ornato más no en la seguridad
ciudadana.
“Se debe elaborar un estudio de
impacto ambiental para que de acuerdo a ello, se ejecuten estrategias. El
Municipio Local y el Ministerio del Interior no analizaron el lugar en dónde se
les puede reubicar y no perjudicar a los ambulantes ni a las zonas que irán.”,
sentenció este sociólogo.
Por otro lado, resaltó que para que
haya mejores ciudadanos, el Estado debe mejorar la calidad educativa para que
estos tengan una buena capacidad adquisitiva y mejores fuentes de trabajo
para ingresar al PBI.
"El Perú avanza pero solo para unos
sectores. El Estado debe usar una estrategia para orientar a los comerciantes
informales, para que los guie y no cometan atropellos. Mientras no hay empleo,
mientras que el Estado no genere empleo, no se erradicará el comercio informal.”,
finalizó el especialista.
LA
INFORMALIDAD EN AUMENTO
Según los
reportes del economista Jaime Saavedra, en 1990 un 48% de la
fuerza laboral de Lima trabajaba en la informalidad. Para 1996 había subido a
52%; con un crecimiento promedio anual de 4.8%. En el mismo período, en el Perú
urbano, la informalidad pasó de 49% a 55.4%; creciendo a un ritmo de 5.9% cada
año.
¿A
qué se debe el incremento de la informalidad en nuestro país? El problema
radica desde los engorrosos trámites burocráticos hasta la idiosincrasia de
los/as peruanos/as. Es increíble que para tramitar una licencia de apertura de
un nuevo negocio se tiene que pasar por una serie de trabas burocráticas. Que
en vez de incentivar y estimular a la ciudadanía a pertenecer al marco formal,
los obliga a sumergirse a la informalidad.
“Mientras en el Perú se
toman 90 días para poder construir una empresa y US$500, en Chile toma cinco
días y medio y poco más de US$50, es mucha la diferencia. La mayoría de las
trabas pasan por el pedido de excesivos documentos y altos costos para hacer
los trámites”, mencionó Hernán Lanzara, director institucional de CCL (Cámara
de Comercio de Lima) a una entrevista para el diario Gestión.
Una de las principales
consecuencias de la informalidad es la evasión de impuestos y el desequilibrio
de la Caja Fiscal. Asimismo los/as informales no pueden gozar de los mismos
derechos que ofrece el Estado al sector formal.
Queda claro que para
fomentar la formalidad en nuestro país es necesario reducir las trabas
estatales y educar bien a los/as peruanos/as. Las estrategias que se deben
emplear tendrían que basarse de acuerdo al nivel sociocultural de cada persona.
La negociación es elemento clave para lograr un mejor porvenir en nuestro país.